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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Anantapur: el caso de gestión comunitaria del agua que salvó su agricultura local

11 enero 2017

En el Sureste de la India, donde la dureza del clima se debate entre calores extremos y lluvias monzónicas, una pequeña comunidad rural logró dar marcha atrás a la creciente sequía. Luego de superar el desplazamiento de miles de personas hacia Bangalore, se encuentran repatriando a sus habitantes con el fin de que contribuyan la agricultura.

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Pese a que la escasez de agua es un fenómeno que afecta a todo el planeta, surgen algunos casos que podrían darnos esperanzas respecto de encontrar soluciones a este problema. En la localidad de Anantapur, ubicada en la región de Andhra Pradesh, sus ciudadanos administran eficientemente sus embalses de agua gracias a una iniciativa conjunta entre el gobierno local y dos fundaciones dedicadas al desarrollo de este recurso. Una revisión de esta experiencia, en la siguiente nota.

El modelo de gestión del agua que involucra a las comunidades

Anantapur tiene una de las condiciones climáticas más difíciles del país. Oscilaciones extremas que se reflejan en los 425 milímetros de lluvia caída anualmente –principalmente en invierno- y veranos de sequía cuyas temperaturas máximas superan fácilmente los 40 grados. Estas condiciones evidencian que la vida en dicho distrito de la región de Andhra Pradesh es compleja para sus habitantes.

Más difícil aún ha sido la realización de actividades agrícolas, ya que en la última década el cambio climático se ha hecho sentir con la erosión del suelo, situación que trae como consecuencia una desintegración de la capa vegetal y su imposibilidad de retener la humedad de las lluvias de invierno y de las napas subterráneas, que son las que permiten la vida vegetal en las estaciones secas.

Esta realidad llevó a que las fundaciones We Are Water y la Fundación Vicente Ferrer en conjunto con el gobierno de la región Andhra Pradesh, impulsen un sistema integrado de almacenamiento e irrigación, gestionado principalmente por la comunidad. Este formato tiene como fin el aprovechamiento de las aguas del subsuelo y utilizar las abundantes aguas del monzón. Ambos sistemas han convertido a la semi desértica localidad de Anantapur en una zona rentable para los agricultores.

No obstante lo anterior, los problemas del agua no solo se deben a los efectos negativos del cambio climático. Para Gour Saraff, presidente de la Cámara de Comercio Europa India (EICC), en la conferencia Anantapur: transformando el desierto en vida en junio de 2011, los problemas se producen también por otros dos motivos. En primer lugar por la falta de conciencia de los campesinos por preservar las aguas freáticas, pueslas personas bombean más de lo que necesitan, y segundo, por los cambios en la dieta de la población, que demanda más carne y, por lo tanto, la producción ganadera requiere de mayor cantidad de forraje.

El impulso del gobierno de Andhra Pradesh para solucionar la sequía

Durante la primera década del siglo XXI el gobierno se enfocó en crear grandes embalses que no pudieron conectar con la alta demanda del recurso, sino con algunas empresas. Por este motivo, las autoridades se dieron cuenta de que debían cambiar su política. A partir del año 2009 se comenzó a construir la mayor cantidad de dársenas, presas y muros de contención subterránea para la captación de aguas lluvias. Pero a diferencia de los embalses anteriores, estas construcciones más pequeñas se crearon con un fin distinto, que fueran gestionados por las propias comunidades.

Esta nueva infraestructura no solo aumentaron el nivel de consumo, sino también ayudaron a la recuperación de las aguas subterráneas que son las que preservan la vida de los bosques, condición necesaria para mantener vivo el ciclo del agua. De esta manera, se logró un círculo virtuoso, ya que los árboles también contribuyeron a que mejorara la calidad del agua en las napas.

Esta medida sirvió de impulso para que las fundaciones Vicente Ferrer y su contraparte India We Are Water, comenzaran un programa dirigido a la ciudadanía. Se trata de una labor formativa donde se les enseñó a los pequeños y medianos agricultores que el agua potable debe ser valorada como un bien escaso, pero también un elemento fundamental para el futuro, ya que sin el debido cuidado no hay economía que sustente la vida local, ya que más del 70 por ciento de Anantapur vive de la agricultura.

Logros de la gestión comunitaria del agua

La construcción de dos mil estructuras que permitieron aprovechar las lluvias monzónicas y aumentar el nivel de aguas freáticas logró su objetivo inicial de aumentar exponencialmente la disposición del recurso. Sin embargo, los alcances de esta iniciativa van más allá, pues ha logrado que se fortalezca la cultura agrícola, a tal punto que muchos de sus habitantes que emigraron a Bangalore durante los momentos más duros de la sequía, estén retornando a su ciudad natal seducidos por las mejores condiciones de vida.

Esta realidad es narrada por Nageswara Reedy, director de Ecología de la Fundación Vicente Ferrer, quien en una columna describió los principales logros de esta iniciativa. “Con el incremento del agua y su adecuada distribución, aumenta la prosperidad de la tierra y con ella la de los agricultores. Si instalamos un sistema de microirrigación a un horticultor, además de diversificar su cosecha, este crea a su vez entre 10 o 15 puestos de trabajo”, señaló.

Adicionalmente, Reedy comentó que gracias a las nuevas posibilidades de riego se han diversificado los cultivos. “Se han distribuido más de ocho millones de árboles frutales y las plantaciones son más heterogéneas e incluyen alimentos como grosellas, chirimoyas, tomates, berenjenas y patatas. Todos ellos garantizan el beneficio a lo largo del año, reduciendo la dependencia estacional de las cosechas”, agregó.

Por qué la cultura es importante en la gobernabilidad del agua

El fin de la desertificación de Anantapur es uno de los casos donde la gestión comunitaria del recurso ha sido exitosa, sin embargo, la necesidad de establecer un sistema de articulación de actores que estén vinculados con la administración del agua, es vital para el futuro de su disponibilidad en todo el planeta.

De esta manera, esta experiencia muestra que las políticas deben integrar conocimiento sobre el comportamiento humano y las características propias del ambiente que habitan. Esta idea de gobernabilidad aún está ausente en la gran mayoría de políticas del agua en el mundo, pese a que fue planteada el año 2001 por Axel Dourejeanni y Andrei Jouravlev en un trabajo publicado en la Cepal.

En relación a la forma como las personas podrían asumir un rol protagónico en la gestión del agua, ambos autores señalan que el manejo de los recursos sería parte de la vida diaria de las personas. “La cultura es la forma como se expresa el ser humano en sus relaciones sociales, espirituales y con el entorno. Es la forma como el ser humano se relaciona con el mundo y puede tomar decisiones para mejorar su calidad de vida. Este relacionamiento requiere un largo proceso de aprendizaje y adaptación que se vincula a los territorios que ocupa o utiliza a la distancia”, sostienen.

Más recientemente, el sociólogo holandés Niels Röling afirmó en un Documento Resolutivo publicado el año 2012, que ve difícil que el mismo modelo productivo planteado sobre la base de que el agua es un instrumento, permita superar este problema. “La tecnología y la economía pueden ayudar a construir una sociedad sustentable sólo si se aplican dentro de un marco de pensamiento y acción colectivo superior a la limitada racionalidad instrumental y económica”, expresó.

Gestión comunitaria del agua en Chile

La realidad climática de nuestro país es distinta a la de Anantapur, por lo tanto las trabas a la disponibilidad y uso del agua podrían ser distintos. Sin embargo, existe una problemática común respecto a la escasez del recurso, ya que existe déficit de aguas lluvias en todas las regiones de Chile.

Para Mario Petito, ingeniero geofísico y consultor en medioambiente, la lluvia no es la única fuente de agua en nuestro país, por lo tanto es necesario que aprovechemos otras alternativas. “Poco más del 60% de Chile está afectado por la escasez hídrica, por lo que es casi urgente que potenciemos el uso inteligente del agua. En Chile somos afortunados, la naturaleza nos brinda agua en distintos lugares como la camanchaca en el norte, o en los ríos y lagos del sur, por lo tanto tenemos que mirar esas fuentes desde una perspectiva eficiente”, señaló.

En relación a la posibilidad que la gestión del recurso sea realizada por comunidades, el experto se mostró favorable. “Es una alternativa que se complementa con el desarrollo de las nuevas tecnologías, porque el conocimiento técnico de cómo administrar los ríos o estanques son aprendidos por cualquiera, ya no se necesita que esté un ingeniero especialista manejando las válvulas o conectando los sensores de las exclusas. El punto está en que las comunidades -entendidas como grupos de personas organizadas- deberían hacer esto en conjunto con sus municipios. Pienso que es importante que tanto los ciudadanos, así como empresas y los gobiernos respeten unas mismas reglas de juego, y para ello todos debemos estar en igualdad de condiciones. En el norte de Chile, las comunidades con las empresas mineras, o de energía, pueden colaborar juntos en la repartición y distribución del agua. Al fin y al cabo, las mineras están buscando agua desalinizadas porque se acabaron los recursos hídricos de cordillera, de los ríos y napas subterráneas", señaló.

Tomando en consideración la experiencia de Anantupur en cuanto a la creación de una conciencia ciudadana que permita una administración eficiente del agua, Petito fue enfático en señalar que esa es una idea que debería discutirse con mayor intensidad. “Una gestión integral que vaya acorde con la población, pero también con las diferencias territoriales, es una visión que nos falta valorar. El problema es que la discusión hoy no se centra en nuestros deberes frente al recurso, sino de quiénes son los derechos. Entonces es muy difícil que avancemos en una conciencia mayor sobre cómo administrar colectivamente el recurso, primero porque estamos lejos de ese debate, y en segundo lugar porque no contamos con una institucionalidad del agua que lo promueva”, expresó.


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