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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Cultivos verticales en Singapur como alternativa sustentable a la importación de alimentos

07 julio 2016

La ciudad-Estado ha desarrollado granjas urbanas y huertos en espacios residenciales. Esta experiencia ha sido amigable con el ambiente, ya que cuenta con un sistema de riego y electricidad con altos estándares de eficiencia energética.

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La implementación de huertos verticales es una tendencia creciente en países desarrollados, principalmente en aquellos donde las dimensiones geográficas no permiten el cultivo de grandes extensiones de terreno. Esta práctica urbana se puede ver reflejada en Singapur en distintas escalas de agricultura. Más de esta iniciativa en el país asiático y su análisis desde la realidad chilena, en la siguiente nota.

Huertos verticales para impulsar prácticas sustentables a futuro

Los países industrializados, o en vías de desarrollo, enfrentan un serio problema ambiental. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la expansión de las zonas urbanas y el aumento de la población, han provocado que existan menos lugares para el cultivo, pero también menos personas dispuestas a dedicarse en tiempo completo a las demandantes labores de la agricultura a gran escala. Esta realidad va en contradicción con el aumento de la necesidad de alimentos por parte de una creciente clase media.

Esta realidad ha sido advertida por la Universidad de Nanyang de Singapur, que gracias a una unión entre su Instituto Tecnológico y el Instituto Nacional de Educación, se propusieron hacer de la ciudad-Estado un gran jardín, pero no con estructuras de vegetación decorativa, sino a través de huertos verticales dentro y fuera de edificios sustentables. Estos cultivos están equipados con sistemas hidráulicos de riego que permiten un mejor aprovechamiento del agua.

El sistema hidráulico para el alto rendimiento del agua y bajo consumo energético logra que este sistema de permacultura sea considerado como una actividad tecnológica de agricultura sustentable, pero que recibe el nombre de tecnología “A-go-gro”. Sin embargo, su desarrollo será tratado en la Cumbre Mundial de Ciudades entre el 10 y 14 de julio de 2016 bajo el concepto de “agritectura”, pues representa un desafío para las políticas urbanas que quieran impulsar prácticas sustentables.

En un trabajo publicado en 2014 de Chirantan Banerjee y Lucie Adenaeuer sobre huertos verticales, exponen sobre la forma cómo este sistema provee condiciones óptimas para la germinación de semillas, pero también para la reproducción de las especies vegetales. “En estos sistemas cerrados se generan mejores control de temperatura, humedad relativa y crecimiento. Adicionalmente se controlan los niveles de dióxido de carbono, por lo que repercute en su biomasa”, señala el artículo.

Adicionalmente, dichos especialistas explican que la distribución vertical de las siembras hace que crezcan en un sistema aeropónico, condición que ayuda a reciclar la mayor cantidad de agua y reutilizar los excesos de nutrientes. Para lograr lo anterior, Banerjee y Adenaeuer proponen dos tipos de acciones: “controlar la calidad del aire, reciclar el exceso de nutrientes en los pisos cultivables”.

Huertos verticales desde la arquitectura sustentable

Es un hecho que la agricultura a pequeña y mediana escala desarrollada en huertos verticales podría contribuir a la economía por una mayor cantidad de productos, incluso a una mejor nutrición de las familias, pero ¿Cómo son vistos los huertos verticales desde la arquitectura sustentable? ¿Son realmente una contribución al ambiente y a la eficiencia energética?

Si bien existen proyectos arquitectónicos con huertos verticales dentro de departamentos o en fachadas, también se construyen edificios especialmente habilitados para la agricultura como es el caso de Singapur. Pero para ser sustentables arquitectónicamente deben mantener bajos niveles de consumo energético y su construcción debe tener características especiales, tales como materiales amigables con el ambiente, además de la posibilidad de modulación y cambio con el fin de adaptarse a distintas necesidades.

En el caso singapurense los huertos verticales no están suficientemente difundidos en la mayoría de las residencias, aunque sí hemos visto que cumplen con el requisito del bajo costo energético mediante el uso de su sistema hidráulico de riego. Sin embargo la sustentabilidad estaría justificada en la maximización en el uso de la tierra para la producción de alimentos, ya que en dicho territorio no existen zonas habilitadas para el cultivo, más del 90% de los alimentos consumidos debe ser importado desde más de 30 países, por lo tanto la alternativa vertical es una solución para lograr mayor autosuficiencia.

En la actualidad, la principal granja vertical en la ciudad-Estado es una iniciativa privada del empresario Jack NG, que produce una tonelada de verduras cada dos días. Según el Instituto de Investigación en Permacultura, esta granja comercial podría producir de cinco a diez veces más que una granja regular. Este gran volumen de producción no genera altos costos de electricidad, el propio dueño comenta que cada estructura cuesta alrededor de U$3 dólares por mes.

De esta manera, utiliza estructuras de aluminio en forma de “A” para cultivar hortalizas, las que se hacen girar para asegurar que se produzca una distribución uniforme de la luz, riego, traspaso de los nutrientes, además de aprovechar de mejor manera la distribución del aire. Asimismo, la rotación de las estructuras utiliza un sistema asistido de agua por gravedad, lo que permite que el sistema funcione sin la necesidad de generadores eléctricos.

Entre los vegetales que se producen en esta granja hay coles, espinaca, lechuga, xia bai cai, bayam, cai xin, entre otras especias típicas del Sudeste Asiático. Toda esta producción produce una huella de carbono de sólo 60 pies cuadrados, en 120 torres con planes de aumentar a 300 en los próximos años. El costo de cada torre es de U$10 mil.

Huertos verticales para la realidad chilena

Tomando en consideración que la realidad de Singapur y Chile son muy distintas en cuanto a necesidades económicas, disponibilidad del suelo y condiciones sociales, además de patrones climáticos y culturales propios, podría hacerse la pregunta ¿los huertos o granjas verticales son una alternativa viable para incrementar la producción de alimentos y motivar la creación de una cultura sustentable y eficiente en nuestro país?

Para Javier del Río, arquitecto de la Universidad Católica y experto en eficiencia energética y sustentabilidad, los huertos verticales son una buena iniciativa, sin embargo la cultura sustentable es un problema que trasciende a iniciativas como la singapurense, incluso en las políticas públicas. “La sustentabilidad es un problema que debe resolver de cada uno, el ahorro de energía es algo que debe hacerse a través de conciencia ambiental, no solo por sus beneficios sino también por sus costos. Las políticas públicas podrían contribuir con esta conciencia, pero solo a través de beneficios, o ciertas rebajas en contribuciones, en vez de castigar. Esto es algo que debe incentivarse a través de premios y no de castigos, porque también se podría lograr mediante un aumento de precios en los combustibles, pero no es la idea”, señaló.

Sin embargo, pese a valorar favorablemente la granja urbana en la ciudad Estado, alertó sobre la posibilidad de implementar cultivos verticales en construcciones en nuestro país. “Estos sistemas siempre que se construyan a nivel del suelo pueden contribuir a la producción de alimentos, como es el caso de ese invernadero en Singapur, pero hay que tener cuidado cuando se integran a las estructuras de los edificios y casas, porque muchas veces no ayudan a la sustentabilidad, sino todo lo contrario. Esta es una muy buena idea para algunos lugares con poco espacio, pero un cultivo en un gran patio o bien industrializado en el campo es lejos más sustentable que si cada uno tuviese cultivos en su departamento. Se aprovecha mucho más el agua, la tierra y los recursos humanos. En las casas o edificios pueden cultivarse productos ricos para quien los valore, pero a la larga son caros para toda la población porque se necesita un cuidado mayor al que se requiere en un campo industrializado, lo mismo sucede en los edificios”, opinó.

En relación a la utilización de espacios libres en edificios con huertos, Del Río agregó que esto tiene que hacerse con mucha cautela. “Hay que calcular la losa estructural, las filtraciones de agua, mantenciones, etc. Los jardines o huertos en lugares que nadie ocupa son una especie de lujo, sobre todo en un país sísmico como este, donde las constructoras están aburridas de reparar jardineras, por lo tanto si no se diseña adecuadamente podría ser un problema, por el gasto y las humedades. Tener toneladas de tierra en un techo, al momento de un terremoto, podría ser una mala idea, por eso es necesario hacer buenas mediciones”.


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