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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Eduardo Arriagada: Consolidando los negocios con China

01 mayo 2009

En 1994 China estaba lejos de convertirse en el primer destino de las exportaciones de Chile como lo es ahora, pero ya estaba clara la importancia que esa nación tenía en la economía mundial. Por esa razón, al embajador Eduardo Arriagada se le encomendó centrarse en fomentar los negocios entre ambos países.

Por Enrique Ahumada Benítez

En 1994 China estaba lejos de convertirse en el primer destino de las exportaciones de Chile, como lo es ahora, pero ya estaba clara la importancia que esa nación tenía en la economía mundial. Por esa razón, al embajador Eduardo Arriagada se le encomendó centrarse en fomentar los negocios entre ambos países.

Su vida política


Eduardo Arriagada Moreno, es ingeniero de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Master en Administración de Negocios de la Universidad de Pittsburg, ha tenido una importante participación en entidades público-privadas donde destacan el haber sido socio fundador de la empresa China Bussiness S.A., también fue fundador y director del Banco del Desarrollo (1983-1994), Director del Banco del Estado (1990-1994), del Hogar de Cristo (1989 – 1994) y de Icare (1972 -1990). Por otro lado destacó en el mundo gremial al ser dos veces presidente del Colegio de Ingenieros de Chile A.G.m entre 1971-1978 y 1982-1988.

Desde los años 90 realizó distintas actividades para el gobierno, ocupando cargos como presidente de la Comisión de Descontaminación de Santiago (1990-1994), presidente del Sistema de Administración de Empresas del Estado (1997-2000), director general de Obras Públicas (2000-2002) y director de Vialidad de Obras Públicas (2002 – 2003). Pero fue entre los años 1994 y 1997, cuando se desempeñó como embajador de Chile en China.

Sus años en China


Llegó a China en un momento crucial, cuando el gigante asiático llegaba a los índices de crecimiento del 10% anual, viendo los resultados de las reformas de Deng Xiao Ping, aunque con Chile aún mantenía un intercambio comercial menor, cerca de US$ 400 millones.

Como Arriagada confiesa en su libro “Sorprendente China”, sus funciones en la embajada en China eran netamente económicas, pues el objetivo era incentivar el intercambio comercial, pero sin descuidar las relaciones políticas. Se le encargó cumplir el rol de nexo entre los requerimientos del sector público y privado, apoyando la concretización de negocios.

Durante su estadía pudo ver como la República Popular China recuperó Hong Kong, pero también vio la muerte de Den Xiao Ping.

Por otro lado, recibió a diferentes personeros chilenos que viajaron a China para consolidar relaciones, como Mariano Fernández, subsecretario de Relaciones Exteriores, quien inauguró el consulado chileno en Shanghai; el almirante Jorge Martínez Bush, que fue invitado por su contraparte china. Los senadores Bruno Sibert, Beltran Urenda, Eugenio Munizafa, Sergio Diez y Rafael Errázuriz, con ellos estuvieron los diputados Carlos Caminondo, Arturo Longton y Francisco Huenchumilla.

Pero la visita más importante fue la del Presidente Eduardo Frei, en 1995, quien se reunió con el Presidente chino Jiang Zemin y el premier Li Peng. El viaje tuvo un carácter de acercamiento en cuanto a temas económicos, donde se firmaron varios tratados que fueron base de las relaciones en los siguientes años, según comenta Arriagada en sus memorias. También señala que la presencia del mandatario fue ampliamente destacada por las autoridades chinas, que consideraban importante para el desarrollo económico de su país.

Promoviendo los negocios


En aquellos años el comercio entre ambas naciones aún encontraba numerosas trabas burocráticas debido a que aún no se iniciaba el proceso de liberalización impuesto por los tratados comerciales que se concretarían en los años siguientes.

Para tal efecto, Arriagada llevó a cabo una actividad llamada “la embajada itinerante”, que consistía en un viaje a distintas ciudades chinas que presentaban posibilidades para realizar actividades comerciales con Chile.

Un aspecto que el embajador critica en su libro es que en aquellos años no pudo convencer al sector exportador chileno de acercarse masivamente a China. Mientras desde Asia existía un real interés por abrir nuevos mercados, los empresarios nacionales se mostraban escépticos por el modo de hacer negocios en Asia.

Su entusiasmo llegó a tal punto que creó un decálogo de consejos para enfrentarse a las negociaciones con chinos, donde recomendaba aceptar las diferencias, ser cortés, respetar la dimensión asiática del tiempo y ser paciente, evitar la confrontación, ser claro y breve, cuidar la puntualidad, no esperar decisiones rápidas, si no comprende pedir que le repitan, no colocar a su interlocutor en situaciones sin salida y construir para el futuro.



Lamentablemente, Arriagada confesó en su libro que no fue escuchado. Aunque quedó conforme cuando a finales de la década, el intercambio comercial se duplicó y alcanzó los mil millones, destacándose productos como el cobre, el vino o la fruta.

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