En Proceso de Negociación: Un nuevo TLC para Chile en el Asia-Pacífico

Durante el año 2006, Chile y Malasia alcanzaron un intercambio comercial de US$311 millones, cifra que representa un aumento del 35,3%, en relación al periodo anterior. Con este breve pero elocuente antecedente ambos países han acordado iniciar conversaciones tendientes a firmar un Tratado de Libre Comercio. Esta nueva etapa de negociaciones se inserta en la política Económica Internacional desarrollada por nuestro país, con un eje central en el Asia-Pacífico.

Resulta habitual que cuando se habla de esa área comercial, de inmediato pensamos en el Lejano Oriente, en el confucionismo, el taoismo, el budismo. Sin embargo ese escenario geográfico es mucho más amplio y encierra ancestros históricos, religiones, etnias y patrones culturales muy diversos.

Cuando miramos Asia, por lo general lo hacemos desde un prisma occidental dificultando la posibilidad de lograr una mayor comprensión de sus reales características. Nuestra creciente interdependencia con esas enigmáticas naciones nos obligan a intensificar el conocimiento y entendimiento de ellas, enfatizando el análisis en cada una de sus particularidades.

A diferencia de Japón, China y Corea, Malasia, es un país musulmán sunita. La religión tiene su espacio en todos los medios masivos de comunicación, existiendo un canal de televisión dedicado exclusivamente a las enseñanzas del Corán. Resulta interesante mencionar que la televisión comercial cada una hora corta su programación para pasar a transmitir quince minutos de oraciones y mensajes sobre asuntos morales. El rol que la población malaya otorga a la fe debe ser cuidadosamente considerado dentro del marco negociador del futuro TLC.

Políticamente, Malasia, es una Monarquía Constitucional, en que la Jefatura de Estado recae en un Monarca, elegido por la Conferencia de Gobernantes, para un periodo de cinco años. Por su parte, la mencionada Conferencia es integrada por los Sultanes hereditarios, que rigen en nueve de los trece estados malayos, los que cuentan con su propia Constitución.

El cargo de Jefe de Gobierno está en manos del Primer Ministro y de su Gabinete. Por su parte, el Parlamento es representado por dos Cámaras. La Cámara de Representantes elige a sus 177 miembros por sufragio universal para un periodo de cinco años. El Senado compuesto de 69 miembros, presenta una dupla modalidad, al elegir a 26 senadores mediante un Colegio electoral, en tanto los 43 miembros restantes son designados por el Monarca.

Geográficamente, Malasia tiene una estratégica posición en el Estrecho de Malaca, histórico paso del comercio mundial. Con una superficie de 330.434 kilómetros cuadrados, esta nación ofrece una singular configuración, al situarse continentalmente en el extremo sur de la península malaya, para luego atravesando 640 kilómetros del mar del sur de China, se localiza la Malasia oriental, Sabah y Sarawak, al noroeste de la isla de Borneo.

Con una población que ya supera los 24 millones de habitantes, su principal característica es la multietnicidad. Demográficamente es considerada un verdadero calidoscopio de razas que han aprendido a convivir bajo una nacionalidad común. Los malayos que representan el 61,9% de la población, constituyen el pueblo originario de Malasia y son denominados bumiputras o gente de la tierra. La etnia china representa el 29,5%; los malayos de origen indio, que llegaron durante el periodo en que Malasia era colonia inglesa, corresponden al 8.0% y el restante 0,6% son indoeuropeos y otros recientes inmigrantes asiáticos, en especial procedentes de Filipinas y Vietnam.

En la “bandada de gansos”, estrategia de desarrollo económico y comercial desplegado por Japón, Malasia se sitúa en la segunda generación de tigres asiáticos. Como respuesta a las crecientes exigencias regionales, la administración malaya dictó la Nueva Política Económica, la que además de producir un positivo efecto en el esfuerzo exportador, ha generado un notable mejoramiento en la capacitación y experticie de sus recursos humanos. Esta orientación está directamente dirigida a lograr productos altamente tecnologizados capaces de competir en los actuales mercados mundiales.

Para Chile, el proceso negociador con Malasia constituye un desafío y una excelente oportunidad para continuar incrementando nuestro conocimiento y plena inserción en esa heterogénea región, pero que hoy ya representa nuestra nueva vecindad estratégica.