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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Relaciones económicas con China: Hay oro en aquellas colinas

03 diciembre 2007

Bastó que algunos de los tripulantes de dos veleros anclados a la gira frente Valparaíso, en pleno invierno de 1848, comentaran entre copa y copa sobre el frenesí que se estaba gestando entre la población californiana, ante el descubrimiento de oro en las colinas de la Sierra Madre, para que en un plazo de tres años, más de 1,500 chilenos se trasladaran a San Francisco para iniciar un periplo en busca de riquezas y de un mejor futuro.

Bastó que algunos de los tripulantes de dos veleros anclados a la gira frente Valparaíso, en pleno invierno de 1848, comentaran entre copa y copa sobre el frenesí que se estaba gestando entre la población californiana, ante el descubrimiento de oro en las colinas de la Sierra Madre, para que en un plazo de tres años, más de 1,500 chilenos se trasladaran a San Francisco para iniciar un periplo en busca de riquezas y de un mejor futuro.

Los archivos del Estado de California indican que “Chilecito” se estableció como una localidad, entre las comunas de Calaveras y Tuolomne, y que más de una riña de proporciones generaron estos pioneros con otros personajes locales quienes veían con cierta aprensión, la llegada de nuestros compatriotas acompañados de sus esposas, hijos e incluso de algunos animales que no respetaban las frágiles rejas de madera que definían el inicio o el fin, de una reclamación.

Con el paso del tiempo han quedado anotadas diversas leyendas vinculadas al paso de chilenos por aquellas tierras de oro, tales como la del bandolero Joaquín Murieta, a quienes los guionistas de una de las versiones de la película de aventura El Zorro, con la participación del actor español Antonio Banderas, lo ubicaron como el compañero de aventuras del héroe enmascarado, el que es asesinado por un oscuro capitán de caballería estadounidense, quien cabalgaba por las llanuras previsto de un poderoso revolver.

Hoy, en algunos hoteles exclusivos de Malibú o San Clemente, California, se puede adquirir un prestigioso vino de exportación que luce el nombre “Murieta” y una espuela chilena en su etiqueta, en reconocimiento de tal misterioso chileno.

Por su parte, la autora Isabel Allende, editó recientemente un libro que trata la historia de una joven – Eliza – quien aún embarazada, decide jugársela por el amor y viajar a aquella California afiebrada por el oro, en busca de su pareja.

LA ESTAMPIDA DEL PRESENTE SIGLO

Algo parecido al frenesí que energizó a miles de personas de Europa, Asia y América Latina por participar activamente en la búsqueda de oro en Alaska, California y Nevada, a mediados del siglo XIX, está ocurriendo hoy en Chile con China. Y bien merece ser evaluado, pues aunque se trata de un gigante que naturalmente despierta curiosidad e invita a ser parte central de cualquier ecuación de éxito comercial en la presente década, es un país multicultural, multirracial y lleno de complejidades que son propias de una cultura que ha sido formada por el rigor de su clima, geografía y, por qué no mencionarlo, agudas transformaciones políticas y sociales.

Claro está que por medio de la participación de Chile en el proceso APEC, los sucesivos gobiernos de la Concertación han procurado dinamizar al máximo nuestras relaciones con el Asia Pacífico, más capitalizarlas con China, sobre la base de una vinculación que nos ha abierto puertas en una multiplicidad de ámbitos, de una manera más fácil que a otros en la región, a quienes éstas les son mucho más esquivas.

Prueba de ello ha sido la decisión del gobierno del presidente Hu Jintao, en el 2004, de iniciar un proceso de negociación que concluyó con el primer tratado bilateral en bienes que rubricó China con un país individual. Este proceso continúa hoy, mediante la negociación de los capítulos vinculados a servicios e inversiones. No está demás mencionar los acuerdos de cooperación en medio ambiente y en lo laboral, más estamos próximos a iniciar un acuerdo en materia de cooperación en PYMEs. Todo lo anterior ha sido solamente concretado – a nivel latinoamericano – por Chile.

Ahora bien, el privilegiado marco político por el cual atraviesan las relaciones bilaterales actualmente, han aportado momentum para que China se convierta en nuestro primer socio comercial, como así también hacia el establecimiento de sistemas de interacción a nivel parlamentario y regional, por medio de la constitución de ciudades y regiones hermanas. Más de una docena de ciudades o regiones de nuestro país cuentan hoy con mecanismos de cooperación con pares en China.

Sin embargo, aunque el marco público y privado bilateral se encuentra en un momento inigualable, bien vale la pena sentar cabeza y poner sobre papel cuáles deben ser nuestras prioridades con China; cómo se van a gestionar; cómo constituimos cuadros de profesionales para llevarlos a cabo, velando por un aprendizaje permanente y sus familias que deben acompañarlos en tales misiones; cómo se van a financiar los programas, por cuánto tiempo y, lo más importante, definir mediante la elaboración de un plan multi-sectorial, hacia dónde queremos que apunte todo el tremendo esfuerzo que nos permitirá poner en quinta marcha la relación bilateral, con miras a que “Chilecito” no quede tan solo registrado en un libro de memorias, sino que tenga sustentabilidad y futuro cierto en un mercado global cada vez más interdependiente y que, en cierta medida, no otorga una segunda oportunidad.

Lo anterior es especialmente importante, si acaso tenemos presente que son decenas de países, regiones y personas quienes están volteando todas sus energías y capacidades para generar relaciones de largo aliento con China, en áreas de trabajo e intercambio comercial que son potencialmente similares a las que puede ofrecer un país como es Chile.

De ahí que, en lugar de hacer frente en localidades que ya se han integrado al proceso de globalización de una manera dinámica, en donde sus jóvenes apuntan a ser cada vez más similares a sus pares en Corea o incluso en los Estados Unidos, debemos considerar elaborar una agenda de trabajo que presente a nuestro país, sus productos; su conectividad con el resto de América Latina y la potente red de acuerdos que hemos rubricado con medio centenar de países;, jóvenes; PYMEs lideradas por mujeres; cultura y capacidades de innovar, en aquellas ciudades que tienen un especial hambre por dar un salto cualitativo y cuantitativo.

Ellas, al igual a como era considerada California y Nevada para los europeos y los carpet-baggers de Nueva York, están también en el oeste chino. Una zona nueva, boyante y receptiva a hacerle frente a lo novedoso, especialmente si afecta positivamente su imagen como una área que se está vinculando con el mundo a pasos agigantados. Se trata de ciudades tales como Chongqing, Chengdu, Urumqi - ésta última conectada geográficamente con mercados del Asia Central y Rusia – y Nanning, la cual es la puerta de entrada de los países ASEAN hacia China.

A China están llegando anualmente cientos de chilenos en busca de oportunidades de negocios, varios de los cuales son traders que desean introducir directa o indirectamente, productos tales como el vino, salmón, aceite de oliva o fruta fresca, a cualquier modo. Aunque no está nada mal dicho espíritu emprendedor, claro está que para alcanzar cierto éxito a mediano plazo, es necesario previamente realizar un estudio de mercado, junto a un detenido análisis de la competencia, sus códigos, lenguaje, los sistemas de logística empleados a nivel local, asistencia legal especializada, en fin, hay que invertir tiempo y recursos, más no disparar al vuelo, a lo que sea. Con ello, solamente alimentamos frustraciones y expectativas que no generarán riqueza, más bien transformarán sus sueños empresariales en oportunidades perdidas.

El 2008 es un año sumamente especial para China. Marcados por el simbolismo que infiere el número ocho entre la población, será un 8 de agosto del mismo cuando se inaugurará – en un estadio de acero y concreto llamado “El Nido” - el primer evento de carácter global, que busca posicionar al país como un protagonista del presente siglo. Será en tal año cuando nuestra Presidenta realizará una visita – la primera de un Jefe de Estado chileno desde el 2003 – acompañada seguramente de una nutrida delegación público y privado, quienes obviamente aparte de las actividades que son propias en tales ocasiones, asegurarán los temas y los trabajos para las empresas que conforman el Consejo Binacional de Negocios Chile – China, como así también delinearán los próximos pasos a adoptar en materia comercial bilateral, educacional y, por cierto, migratoria.

Teniendo el 2008 como referente, resulta natural comenzar desde ya a definir con decisión y en equipo, aquellos temas que nos impulsarán para ir mucho más allá de los que actualmente sustenta la amistad y cooperación entre dos países del Pacífico – Chile y China – transformando esta privilegiada relación en una prevista de objetivos bien definidos, consensuados, informados y con metas que serán evaluadas regularmente.

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