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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Inmigración en Nueva Zelandia: más que un problema, un aporte significativo a la economía

04 mayo 2016

La Ley de Inmigración promulgada el año 2009 se reconoce como un instrumento modernizador del sistema, orientado a jugar un rol preponderante en la salud económica del país y su desarrollo social. Este cuerpo legal exige prácticas de transparencia para simplificar los procesos entre empleadores y quienes buscan trabajo.

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La demanda de trabajadores calificados y las ganancias que generan los estudiantes extranjeros, ha llevado a que Nueva Zelandia disponga de un moderno programa de visas temporales y permanentes para atraer ciudadanos extranjeros a sus tierras. De esta manera, durante 2015 solo la industria agrícola empleó a 141 mil trabajadores extranjeros, razón por la cual la migración es considerada como un aporte significativo al crecimiento económico. Más detalles de esta realidad, en la siguiente nota.

Reconocimiento de la migración como un aporte a la economía

La migración es un fenómeno complejo que afecta a la gran mayoría de los países del mundo. Según el Reporte de Migración Mundial de 2015, cerca de un quinto de la población mundial vive en un lugar distinto al que nació, incluso en grandes ciudades como Sidney, Nueva York o Londres los migrantes representan un tercio de la población. Tal fenómeno se debe a la rápida urbanización y al crecimiento económico de las grandes ciudades, que en la actualidad son los espacios que reciben a gran parte de la población.

Sin embargo, no toda la migración tiene como destino la búsqueda de oportunidades laborales en las grandes urbes. En ese sentido, Nueva Zelandia es un caso que podría reconocerse dentro de los más sofisticados del mundo, ya que gracias a programas especiales de migración, ha logrado que además de la llegada de trabajadores urbanos, ingresen estudiantes y trabajadores agrícolas durante períodos programados para residir a partir de un año de permanencia.

Este tipo de migración asistida, aplicada en el país oceánico, localiza a los migrantes según sus necesidades e intereses, es decir que ofrece distintas alternativas laborales a quien quiere comenzar una nueva vida en el país. Esta programación, no solo beneficia al migrante en la facilitación del proceso de búsqueda de empleo, sino también ha logrado contribuciones importantes a la economía neozelandesa. Cifras del Departamento de Migración de Nueva Zelandia muestran que una cuarta parte de la fuerza laboral en dicho país es migrante, es decir que un 60 por ciento de la fuerza laboral proviene de las personas nacidas en el extranjero.

De esta manera, dicho organismo público reconoce que desde los años 2009 y 2010 han ingresado más de 2,5 millones de extranjeros, de los cuales 835 mil son australianos que no requieren visa para trabajar. A esto, es preciso señalar que entre noviembre de 2014 y 2015, la intensidad en la llegada de migrantes de otros países del Asia se ha incrementado, al punto que durante el mencionado período ingresaron más de 63 mil personas, la gran mayoría de India, seguido de Australia, China y Filipinas.

En una nota reciente del New Zealand Herald, Michael Gordon, economista del Westpac -uno de los bancos neozelandeses más importantes- afirmó que las ganancias netas de la inmigración en curso, están logrando que la tasa de crecimiento anual logre su ritmo más alto desde 1974. “El alto crecimiento demográfico ayuda a mantener una fuerte tendencia de crecimiento del PIB, pero al mismo tiempo la preponderancia que le dan estas personas al mercado de trabajo es significativa, ya que ayudan a mantener la tendencia al crecimiento de los salarios. Por eso esperamos que la inmigración se mantenga fuerte durante algún tiempo, ya que la tendencia es que los estudiantes y trabajadores temporales regresen a sus países en los próximos años”, señaló.

Tales características de los trabajadores migrantes coinciden con la apreciación de Raymond Álvarez, investigador del programa de Ética Social y Desarrollo Humano de la Universidad Alberto Hurtado, quien además investiga el fenómeno de la migración en Chile a través del Servicio Jesuita Para Migrantes. “El trabajador local sabe que si pierde su empleo, o no tiene un buen desempeño, cuenta con toda una red de apoyo familiar o de amigos, incluso legal, que brinda seguridad. En cambio un migrante si no tiene un trabajo estable, no tiene donde dormir. La gran mayoría de los migrantes vienen a trabajar porque uno de los requisitos para las visas es que se mantengan en un empleo”, agregó.

El programa de trabajo temporal en el agro que ayuda a la economía

La agricultura y silvicultura son dos de las actividades económicas principales de Nueva Zelandia, además de la pesca y otras industrias relacionadas con el comercio exterior. No obstante, la agricultura empleó a más de 141.000 personas, alcanzando el 6 por ciento de la fuerza de trabajo total, situación por la cual la industria agrícola necesita trabajadores cualificados, especialmente en funciones de supervisión y gestión.

Mediante un programa llevado a cabo entre el Departamento de Migración y las asociaciones de productores agrícolas y ganaderas, se elabora una lista que se actualiza a diario con el fin de identificar a los empleadores que necesitan mano de obra migrante para satisfacer sus demandas productivas. Por lo general, industrias como la leche requieren al menos dos mil trabajadores al año para atender las exigencias propias del crecimiento del sector.

La falta de esta mano de obra calificada hace que el gobierno de Nueva Zelandia tenga a disposición de los extranjeros dos alernativas de visa. Una de estancia temporal, donde el trabajador reside durante un lapso determinado y no goza de los servicios públicos financiados por el Estado, aunque al final del período se les devuelve parte importante de sus impuestos. La otra alternativa de visa son aquellas conducentes a la obtención de residencia, es decir que permiten la permanencia indefinida con todos los servicios públicos a libre disposición.

Esta modalidad de visas -temporal enfocada al trabajo en el campo y residentes para cualquier área productiva- se enmarcan en la Ley de Inmigración del 2009, un cuerpo legal que se reconoce como un instrumento modernizador del sistema de inmigración, orientado a jugar un rol preponderante en la salud económica de Nueva Zelandia y su desarrollo. Para lograr aquello, establece cuatro principios guía.

  • 1. Mejorar la eficiencia de los servicios migratorios
  • 2. Fomentar la visita de trabajadores calificados y estudiantes para ayudar en el crecimiento económico del país y su prosperidad social
  • 3. Construir una cultura de ciudadanía internacional y una buena reputación internacional
  • 4. Proteger a Nueva Zelandia del contrabando humano y fraudes migratorios

A esto se suma que una de las principales características de esta ley es que cuando la visa es otorgada, solo es necesario renovarla y no volver a aplicar. Esta modalidad se orienta principalmente a estudiantes y trabajadores que encuentran nuevas oportunidades para permanecer en el país.

Situación de los trabajadores migrantes en Chile

Considerando los avances en materia legal y económica de la migración en Nueva Zelandia, la realidad chilena está lejos de tener logros similares en el corto plazo. Para Raymond Álvarez, la creciente migración en nuestro país no solo está contribuyendo a la economía, sino que hoy es la solución frente a una necesidad de nuestra sociedad. “Chile tiene un problema desde el punto de vista demográfico, la tasa de reemplazo de natalidad está más baja del 2,1 que proponen los expertos internacionales en la materia, pues estamos en 1,1. Desde el punto de vista demográfico, tenemos una población envejecida, dos tercios de la económicamente activa sobrepasa los 35 años. Entonces, aunque existe cierto prejuicio en los sectores populares sobre la migración, pienso que debe haber más facilidades del gobierno para otorgar residencias definitivas por esta misma razón, por la deficiencia a nivel demográfico. Abrirle la puerta a los inmigrantes es una de las soluciones más eficientes y humanitarias”, enfatizó.

En relación a la experiencia de Nueva Zelandia en la incorporación temporal y permanente de trabajadores y estudiantes, el especialista en migración agregó que son buenas iniciativas porque tienden a regularizar y acelerar el proceso de empleo, sin embargo relativizó la facilidad con que una medida así pudiera implementarse sin obstáculos en nuestro país. “Sería difícil cambiar la percepción de los sectores populares sobre el trabajador migrante. En Chile hay algunos acercamientos de apertura a la inmigración, por ejemplo a que profesionales con título puedan venir a buscar trabajo, como pasa con las visas especiales para periodistas, pero en general Chile está lejos de ser un país activo en migración y esta iniciativa en Nueva Zelandia puede ser un buen referente a considerar”, comentó.

Adicionalmente, Álvarez comentó que una medida como la del país oceánico podría solucionar una de las contradicciones más visibles de nuestro sistema migratorio. “Una de las incongruencias que se discute sobre migración es que para estar en Chile y trabajar se necesita un contrato de trabajo, y para obtener el contrato se necesita un permiso, es decir que nadie te da trabajo si no tienes visa y nadie te va a dar visa si no tienes una oferta. Sería bueno que Chile pueda aplicar alguna de las estrategias que se ejecutan en Nueva Zelandia, eso sería productivo porque no fortalecen cualquier área, sino donde haya déficit, principalmente en áreas donde se necesitan tantos profesionales como es en el área de la agricultura”, concluyó.


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