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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las medidas de Tailandia para regular el comercio callejero de alimentos

21 julio 2015

Mientras en Tailandia la gran mayoría de los vendedores callejeros de alimentos se registra ante las autoridades para recibir reconocimiento y beneficios económicos, en nuestro país de 500 comerciantes solo 40 tiene formalizada su actividad, pues se considera una falta.

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El comercio callejero en Tailandia es regulado por el Acta de Limpieza y Orden de las Ciudades. Creado con el fin de registrar a las personas para hacerlas cumplir con ciertas normas básicas como la no cocción de alimentos en las calles, o la necesidad de establecerse en un lugar fijo. Hoy son cientos de miles de personas las que se benefician de esta legislación gracias a las políticas de micro créditos y de sanitización pública. Más información sobre este caso en la siguiente nota.

De un fenómeno poco común a una tradición

Tailandia es un país que se caracteriza por tener una gran cantidad de vendedores callejeros. Los que más abundan en las calles y caminos de todas las ciudades son los que se encargan de comercializar alimentos. Sin embargo, esta actividad comenzó en Bangkok, la capital del país, cuando luego de la primera guerra mundial miles de personas, principalmente de origen chino, se volcaron a las calles con el fin de encontrar una fuente de ingreso que compensara la crisis económica que se vivía en la época.

Durante la década de los ochenta, la liberalización del mercado internacional trajo consigo mayor competitividad en los precios, situación que perjudicó a algunas empresas tailandesas, por lo que el auto empleo se convirtió en la mejor opción para muchas personas, incrementándose el número de vendedores callejeros.

Esta tendencia se consolidó como una práctica económica durante la llamada crisis asiática de 1997. Según la Encuesta Nacional de Fuerza Laboral, estudio realizado por el Ministerio del Trabajo de Tailandia durante el año 2000, determinó que más de 390 mil trabajadores figuraban como suplementeros, arroceros o comerciantes ambulantes, cifra que contrasta con los 310 mil vendedores registrados a comienzos de 1997.

En la actualidad, el Estado tailandés y las autoridades locales de Bangkok, consideran la venta de alimentos en la calle como una ocupación marginal orientada a aliviar la pobreza y, por lo tanto, deberían ser absorbidos por la estrategia de desarrollo industrial con el fin de que aporten al crecimiento de la economía nacional y mejoren sus condiciones de vida, considerando que la gran mayoría de estas personas son mujeres y en una condición de tránsito entre la vida rural y la urbana.

Formalización de los vendedores callejeros en la economía

Según la Oficina Nacional de Estadísticas en Tailandia, el 75% de los vendedores callejeros son de alimentos, esta tendencia ha generado que comer en la calle se considere como una tradición nacional. Se estima que el 50% de las personas come al menos una comida al día en ese lugar, siendo la cena la más frecuente, según un estudio realizado por dicho organismo en 2014.

Para Vichai Rupkamdee, en una publicación de la Organización Internacional del Trabajo, la importancia de los vendedores callejeros ha llamado la atención de los tomadores de decisión en Tailandia y ha concentrado sus esfuerzos debido a la gran cantidad de problemas que surgen de sus actividades. “La obstrucción a la libre circulación de peatones, la suciedad en las calles y la alta cantidad de polución sobre los alimentos ha llevado a que este asunto sea de importancia, creando una cierta cantidad de políticas para regularlo”, señaló.

El año 2002 se creó el Acta de Limpieza y Orden de las Ciudades, normativa que establece un marco legal para que los vendedores callejeros de comida puedan regular su situación, pero también para prohibir algunas prácticas consideradas contradictorias con la limpieza y el orden de las áreas públicas, como la cocción de alimentos en caminos públicos, el uso de automóviles u otros vehículos para cocinar comida.

De esta manera, todas las personas que quieran vender alimentos en la calle deben traer sus productos listos para vender y se prohibe todo tipo de cocción en lugares públicos. A esta medida se suma la posibilidad de que las policías e inspectores puedan prohibir las actividades de venta si esta norma ha sido incumplida, o los productos no cumplen con las normativas de higiene.

Sin embargo, para Rupkamdee la importancia de esta medida radica en el registro de vendedores más que en la prohibición de actividades. “La ley se crea para permitir que las personas vendan en la calle una vez que han recibido el permiso de la autoridad sanitaria, pero para obtenerlo es necesario ingresar a un registro oficial de vendedores que es el que faculta a los comerciantes para obtener sus beneficios”, sostuvo en la publicación.

En consecuencia, para el investigador de la OIT los permisos para vender legalmente en las calles se obtienen como una recompensa luego de cumplir con ciertos deberes legales y sanitarios, “exigencias que al final del día terminan por beneficiar a locatarios y clientes”, agregó.

Reconocimiento de derechos para el acceso a créditos

Un año después de la creación del Acta de Limpieza y Orden de las Ciudades, el entonces primer ministro Thaksin Sinawatra, destinó una partida del presupuesto para microcréditos para los vendedores callejeros. Este libre acceso a capitales de fomento se logró gracias a que el gobierno tailandés los reconoció como trabajadores formales en el sistema económico del país.

Por consiguiente, los vendedores ambulantes pueden presentar sus derechos en las instituciones comerciales del Estado y organizar su representación ante organismos bancarios. “La formalización de los comerciantes ha llevado a que hoy en Bangkok los impuestos que pagan al gobierno son utilizados para el saneamiento de las calles”, afirmó Rupkamdee.

Sin embargo, pese a toda esta formalización de los vendedores, para el investigador, esta política tiene sus fallas, siendo la principal el grado de discrecionalidad que tienen las autoridades. “La firmeza para hacer que las normas de saneamiento y orden dependen del gobernador de turno, por lo tanto el cumplimiento del acta ha variado en los últimos años, porque depende de la voluntad de una sola persona”, aclaró.

Situación del comercio ambulante en nuestro país

Una situación similar ocurre en la realidad chilena, donde las autoridades municipales son las encargadas de hacer cumplir las ordenanzas que regulan el comercio ambulante. Para Claudia Castellón, urbanista y ex asesora urbana, el problema del comercio informal se debe a que nunca ha habido continuidad ni rigurosidad en el control.

“Este es un tema que siempre está siendo abordado, se trabaja en conjunto con Carabineros e Investigaciones, pero al poco tiempo las iniciativas se desintegran porque no hay una acción constante que le haga el peso a la voluntad persistente de estas personas, y esto es principalmente porque se están queriendo ganar la vida”, opinó Castellón.

Según esta urbanista, la política implementada en Tailandia podría favorecer nuestra realidad, aunque considera que no existen suficientes espacios públicos para ubicar a todos quienes quieran ejercer estas actividades.

“A diferencia de lo que sucede en Tailandia donde el comercio callejero se ha legalizado, aquí todavía sigue considerándose una falta. En la Región Metropolitana de 500 vendedores, solo 40 está registrado en los diferentes municipios. A eso se agrega que las multas a los vendedores ambulantes siguen siendo muy bajas”, explicó.


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