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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las verdades y expectativas detrás de la elección de la primera presidenta de Corea del Sur

20 diciembre 2012

La elección de Park Geun-hye como presidenta de Corea del Sur, tiene ribetes de paradigma. La hija del emblemático dictador Park Chung-hee, es también la primera mujer que ocupa la silla de la Casa Azul, tras derrotar por un pequeño margen, al progresista Moon Jae-in el 19 de diciembre del 2012. Conozcamos los detalles y tendencias que revelan el advenimiento de una nueva etapa de la política surcoreana.

La elección de Park Geun-hye como presidenta de Corea del Sur, tiene ribetes de paradigma. La hija del emblemático dictador Park Chung-hee, es también la primera mujer que ocupa la silla de la Casa Azul, tras derrotar por un pequeño margen, al progresista Moon Jae-in el 19 de diciembre del 2012. Conozcamos los detalles y tendencias que revelan el advenimiento de una nueva etapa de la política surcoreana.

La carrera política de Park Geun-hye partió a la edad de 22 años. La actual presidenta asumió entonces el rol de primera dama al reemplazar a su madre, Yuk Young-soo, asesinada por un agente norcoreano en 1974. Este periodo la hizo participante activa de la dictadura de hierro que rigió su padre durante 18 años, hasta que fuera asesinado por uno de sus guardias personales en 1979.

Este origen político, reviste a la nueva presidenta de Corea del Sur de un pasado gris, ligada por una parte al desarrollo exitoso de la industria surcoreana que se atribuye a la dictadura de Park Chung-hee, pero también a los abusos y crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen militar.

Más allá de su cuna política, Park Geun-hye cuenta con su propia identidad como parlamentaria por más de 15 años, asociada al conservadurismo del antiguo Partido Nacional, hoy renombrado como el Partido de la Nueva Frontera y en el poder desde el 2008, cuando ganó las elecciones el actual presidente, Lee Myung-bak.

La campaña de Park Geun-hye, acusó recibo de la sombra de su padre y del legado de impopularidad de Lee Myung-bak (no superior al 30 por ciento al final de su mandato), pidiendo disculpas públicas por las víctimas de la dictadura y también tomando una distancia sustancial de las políticas y la corrupción asociadas a la administración de su correligionario.

La sombra de la dictadura tomó mayor protagonismo frente a la calidad de abogado de derechos humanos y ex prisionero político del candidato progresista Moon Jae-in, quien disputaba el liderazgo en las encuestas con un margen sumamente estrecho. Finalmente, el triunfo de Park se dio por sentado con el escrutinio de un 75 por ciento de los votos, que le daba una mayoría del 51.6 por ciento.

Mientras para la prensa occidental el tema de una mujer presidenta gana terreno como fenómeno trascendente, los analistas asiáticos concuerdan en que las reivindicaciones femeninas no han sido una parte sustancial de la elección de Park.

Julie Kim, directora del Centro Asia Pacífico de la UDP, plantea que el triunfo de Park se enmarca más bien en “una apuesta por el continuismo. A pesar de la baja popularidad que tiene Lee Myung-bak, el contexto geopolítico del sudeste asiático, con la complejización de la relación con Corea del Norte, Japón y China, ha exacerbado la búsqueda de mayor estabilidad en un escenario internacional en que el terreno económico se ha complicado. Hoy vemos que la tasa de crecimiento de Corea del Sur ha sido del 2 por ciento, lo que es muy bajo comparada con lo que ha sido la costumbre en Corea. Esto ha redundado en la creación de menos empleo, sobre todo para las generaciones jóvenes, lo que también fue un tema central de la carrera presidencial. Vimos, por ejemplo, el surgimiento del candidato Ahn Cheol-soo, un empresario carismático que finalmente cedió sus votos para no dividir al progresismo, pero que muestra el interés de la juventud en apoyar a un político no tradicional, a un emprendedor muy exitoso y que demarcaba a esta nueva Corea que buscan las nuevas jóvenes, una Corea no regida por los chaebols (conglomerados familiares que gravitan fuertemente en la economía nacional) y donde la innovación y el emprendimiento son muy importantes.

La profesora Wonjung Min, del Centro de Estudios Asiáticos de la UC, concuerda en la poca importancia del género en esta campaña política. “El asunto no pasa porque la presidenta sea mujer o no. El tema más relevante fue su condición de hija del dictador. Hay dos opiniones distintas respecto al tema en Corea del Sur. Desde un punto de vista positivo, Corea pudo desarrollarse durante la dictadura. Hay un grupo de gente que agradece la obra del dictador. Por otro lado, está un sector más progresista, principalmente los jóvenes, que es más crítico respecto al tema de la dictadura. Ser mujer o no, no es parte de la discusión. Antes que eso, tenemos que considerar a Park Geun-hye por sí misma”.

Wonjung Min destaca como un factor de esta elección, lo poco satisfactoria que ha sido la política post dictadura para la opinión pública surcoreana. “En la época post dictadura, Corea del Sur tuvo tres presidentes civiles que fueron progresistas. La gente los eligió con la esperanza de salir del gobierno militar en los 90, pero resultó que los políticos son políticos, y son iguales. Hace cinco años, cuando ganó las elecciones el actual presidente (representante del conservadurismo), la gente tuvo de nuevo la esperanza de recuperar el desarrollo coreano. Pero nuevamente falló, con muchos casos de corrupción. Este año, los coreanos querían cambiar el partido de gobierno, pero la oposición tampoco pudo sugerir una nueva política lo suficientemente refrescante”.

A pesar de que las reivindicaciones femeninas no han jugado un rol preponderante en la llegada de Park Geun-hye al poder, su presencia en a Casa Azul despierta algunas esperanzas de cambio. Para Julie Kim el género de la presidenta no es del todo anecdótico, sino que podría ser el catalizador de cambios largamente esperados en la sociedad surcoreana. “Celebro el hecho de que se trate de una mujer, a pesar de que en Corea sabemos que Park no ganó por eso. Además del hito de ser mujer, la presidenta es la hija del legado del general Park. Aún así, creo que marca un hito muy importante, y ojalá que el hecho de ser mujer genere un mayor espacio y dinámica a la diferencia de los géneros. Este es uno de los desafíos más trascendentes que tiene Corea, más allá de la relación con Corea del Norte y de la democratización de la economía con los chaebols, que han sido centrales en el ámbito programático de las elecciones”.

Kim enfatiza que la potencia asiática, es también uno de los países peor rankeados en cuanto a participación femenina en el mundo económico y político dentro de la OCDE. “Esta realidad marca una urgencia también en la necesidad de incorporar un mayor número de mujeres al mercado laboral y mejorar la tasa de fertilidad. Corea ya se está integrando al club de países que envejecen rápidamente, como es el caso japonés, y la baja tasa de nacimientos incurre en un problema social y económico. Culturalmente, y en términos de red de apoyo y políticas públicas, aún es muy difícil para una mujer coreana conciliar la vida familiar y laboral. Las mujeres coreanas están esperando que Park coincida en que, a pesar de ser soltera y haber llegado al poder sin encumbrar temas femeninos, si genere un cambio que responda a este desafío, que está también presente en casi todos los países asiáticos”.

 


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